miércoles, 12 de agosto de 2009

Florencia Ferreiro, que vio las obras ya casi listas, escribió ...


I - Noche -
Para vivirlas plenamente no deberíamos limitarnos a observar las pinturas en sus colores y bellas formas. Para vivir la noche hay que entrar en ella, entregársele y abandonarse en su interior.
Para entrar en las pinturas de Andrea Racciatti, para captar sus fuerzas, deberemos adentrarnos en lo profundo. Pero la profundidad que Andrea nos revela no pertenece a la del mundo subterráneo. Y es que hay otras posibilidades cuando hablamos de especies de profundidad.
La noche de Andrea es la que se revelará al penetrar el bosque y atravesar la densa vegetación libre, salvaje, sin dominio ni cultivo. Es una invitación.
Será la negrura de esta noche como la que encuentra el peregrino quien sabe que, a pesar de los


peligros, será guiado por una luz que no lo abandonará?. O como la del aventurero fiel a su razón de búsqueda?, o como la de cada uno de nosotros al momento de adentrarnos en nuestro bosque, o nuestra selva, y avanzar con paso firme porque es territorio propio, y también con paso lento porque es necesario avanzar con cuidado. Son sitios plagados de nosotros mismos, de nosotros desconocidos.
Quién puede ayudarnos?, quién puede darnos experiencias y decirnos lo recursos?. Sólo nos lo dicen herméticamente, y quizás no es posible de otro modo. Pero lo cierto es que todos nos sentimos alucinados o unidos, siempre llamados.
Si la noche de Andrea es la de su peregrinaje, podemos encontrar en ella (en su noche) al nuestro (nuestro camino personal). La noche puede ser nuestra luz.

II
Símbolo universal, la noche es la madre de los sueños, la matriz del mundo onírico donde se gestan nuestros mensajeros , los más oscuros y los más preciados.
Madre, luna y tierra, la noche se corresponde además con la nigredo, la primera de las etapas del proceso alquímico y del proceso creador. En ella la materia es llevada a su estado primigenio e indiferenciado, al caos originario.
En el proceso creador también es oscuridad, es matriz . En este estado, es necesario sumergirse (no importa si es el agua o el bosque) o lanzarse al vacío.

III
Visito el taller de Andrea, veo los cuadros,,veo un rostro, un niño, un hombre, una mujer, un abrazo, dos cuerpos tendidos, pido el relato sobre algunos. Los objetos pequeños, los espacios íntimos, los recuerdos. Un perro negro sobre un paisaje desconocido, nigredo! -exclamo-, tierras negras.



Pero no, este no es un perro más, es un perro mensajero y buscador. El perro olfatea y espera. ¿A quién espera? ¿Dónde está? ¿Qué es ese sitio inmenso en secretos, inmenso en posibilidades? Mientras, la mujer esbelta y serena mira por la ventana. La vegetación humedece el ambiente, se puede respirar la tierra húmeda y oscura.
De piel aparentemente inmaculada, con vestido, pelo y tacos negros se detiene antes de comenzar el avance, ( ¿o ya estuvo allí hace mucho y por mucho tiempo? ).



La observa , la examina, hace falta una decisión, un cambio en la respiración, una inmersión, para ser parte de esa selva que la espera, que la llama, que es parte suya en verdad, y que es el otro mundo pleno de misterios, humedad, sabiduría. Pero se detiene. Aún está separada porque puede separarse y mantenerse limpia, hermosa, implacable.


Sueña con la selva y en sus sueños satisface su sed y su hambre. Y en ellos, despierta al otro mundo.



Florencia I.Ferreiro, 11 de agosto de 2009



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